Un lúcido ensayo que nos invita a dejar de lado las exigencias del reloj para dar paso a la autonomía del tiempo propio y contemplativo. Solo así podremos ser capaces de recuperar nuestra genuina naturaleza como seres simbólicos y pensantes. Vivimos marcados por el reloj. Nuestro día a día se desarrolla en un ajetreo constante de tareas por hacer y plazos de entregas, desplazamientos marcados por horarios draconianos, horas de sueño irrealizadas... Sin embargo, aunque pueda parecer contradictorio, «ser veloz» se asocia a la modernidad y al progreso y, en cambio, la lentitud se tiene...