Avatares de la creencia en Dios
Los seres humanos nos solemos relacionar con Dios en dos tiempos: primero le echamos en cara los males que nos aquejan; y, en un segundo momento, postulamos su existencia para que los remedie en un mundo futuro, más allá de la muerte. De esta forma, el mal es, casi al mismo tiempo, la gran objeción contra Dios y la condición de posibilidad de su existencia. Parece imposible, a la vista de tanto sufrimiento, que exista un Dios bueno y todopoderoso; y sería terrible, a la vista de tanto dolor, que no existiera ese Dios. Es lo de Pascal: «Incomprensible que exista Dios e incomprensible que ...