El dinamismo de la comunión eclesial

Los lectores pueden ahora conseguir tres de los libros más populares de Barbara Johnson en un solo volumen: ¡Guarda tus tristezas en una caja grande!, Mamá, ¡busca el martillo! y Salpícame de gozo. Barbara escribe para mujeres de todas las edades, sufrimientos y tipos, llenándolas del gozo necesario para envejecer con fortaleza en medio del trajinar de la vida que las mujeres tienen cuando tratan con el esposo, controlan a los hijos y cuidan de sus padres, todo eso mientras mantienen su enfoque en nuestro hogar en el cielo.

¿Te gusta que te llamen por tu nombre? ¿Qué tan importante es éste para ti? ¿Crees que te representa ante otros y da a conocer rasgos de tu personalidad? El nombre de pila que usamos y hasta nuestros sobrenombres, nos distinguen, nos definen y nos dan valor, ayudándonos a relacionarnos con otros. Nos gusta que nos llamen por nuestros nombres porque nos identifican y nos diferencian. Somos hechos a imagen del Creador y reflejamos, aunque limitadamente, actitudes parecidas a las de Él. DIOS nombró toda cosa al crearla y también le dio la capacidad a Adán de ponerles nombre a todos los ...

Lo que dejas después de que te hayas ido es tu herencia. Lo que dejas con la forma en que hayas vivido es tu legado. Tus hijos son los seres que más amas. Vinieron al mundo a través de ti, son tu reflejo y tu continuidad. Es un amor que trasciende; y nada ni nadie puede terminar tu relación con ellos. Es para siempre. En vida, les vas aportando el legado de lo que eres y de lo que haces. A menudo sin darte cuenta, tu estilo de vida tiene consecuencias en ellos desde su infancia hasta su adultez. Tu mejor herencia para tus hijos es una vida espiritual llena de fe y de valores. Pero tu...

En su obra Ego en el altar, el exitoso escritor Craig Groeschel nos revela que no somos lo que pensamos ser. Somos quienes Dios dice que somos. Mientras no hayamos sacrificado ese concepto equivocado sobre nuestra identidad, no podremos llegar a ser quienes Dios quiere que seamos. Desata ese yo después se haberlo puesto en el altar, porque es la identidad que Dios te ha dado, y que te dará el poder necesario para enfrentar la vida con valentía.