Himno del ángel parado en una pata

Hernán Rivera Letelier es un destacado escritor chileno, conocido por su obra literaria que fusiona la poesía con la narrativa, especialmente en el contexto del desierto de Atacama, su tierra natal. Nació el 16 de diciembre de 1949 en Talca, Chile, y desde joven mostró un interés profundo por la escritura y la literatura que lo llevaría a convertirse en uno de los autores más reconocidos de su país.

Desde sus inicios, Rivera Letelier ha explorado temas relacionados con la identidad, la memoria y la realidad social de Chile. Su estilo literario se caracteriza por una prosa poética y vívida, que retrata de manera magistral tanto la belleza como la dureza de la vida en el desierto. A lo largo de su carrera, ha publicado numerosas obras que han sido aclamadas tanto por la crítica como por el público, consolidándolo como un referente de la literatura chilena contemporánea.

Una de sus obras más emblemáticas es “El arte de la resurrección”, una novela publicada en 2010 que se ambienta en el contexto de la dictadura chilena y aborda el tema de la resistencia política a través de su narrativa singular. La obra captura la esencia del sufrimiento humano, así como la esperanza y la lucha por un futuro mejor. Este enfoque ha resonado profundamente en el lector chileno y ha sido fundamental para la comprensión de la historia reciente del país.

Además, Hernández Rivera ha cultivado un interés especial por la cultura popular y las tradiciones de su región, lo que se refleja en su narrativa llena de personajes entrañables y situaciones cotidianas cargadas de simbolismo. En sus obras, también se pueden encontrar influencias de autores como Pablo Neruda y Gabriela Mistral, quienes han dejado una huella profunda en la literatura chilena.

A lo largo de su carrera, ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su contribución a la literatura. Estos galardones han reafirmado su posición como uno de los escritores más importantes de Chile y han sido un testimonio de su talentos y dedicación a la escritura. Además, su trabajo ha sido traducido a varios idiomas, lo que ha permitido que su voz resuene en distintas culturas y contextos alrededor del mundo.

Más allá de su faceta como escritor, Rivera Letelier ha sido también un activista comprometido y ha estado involucrado en diversas causas sociales que buscan la justicia y la equidad. Su pasión por la literatura y su compromiso con las injusticias sociales lo convierten en un autor integral, cuya obra invita a la reflexión y al análisis crítico del entorno.

En resumen, Hernán Rivera Letelier es un autor que ha sabido capturar la esencia de su país a través de sus letras, convirtiéndose en un puente entre la historia y la literatura. Su legado sigue vivo en cada página, inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores en Chile y el mundo.

Con La muerte es una vieja historia, Rivera Letelier nos sorprende con un tono y un lenguaje creados para dar vida a una novela policial asombrosa que se desarrolla en el Antofagasta de hoy.

Con la matanza de obreros de San Gregorio como telón de fondo, Malarrosa despierta emociones como amores no correspondidos y figuras paternales ahogadas en los vicios de un territorio moribundo.

Combinando trazos de su biografía con la historia de esta amistad maravillosa, Hernán Rivera Letelier presenta en esta novela una narración mágica y enternecedora, que ilumina, además, sobre los afectos y la capacidad creadora del artista. Es mejor callar si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, fue lo primero que le oí a mi duende en la primera vez que se me apareció. Así comienza esta sorprendente novela de Hernán Rivera Letelier. Un niño solitario y dado a soñar despierto que encuentra en un duende a su mejor amigo. Mientras su familia padece las travesuras del...

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"Hace ya dos semanas que no sé nada del Inquisidor. Aunque también podría decir que en realidad hace cinco meses, el tiempo que ha transcurrido desde que me lo tropecé por vez primera, que no sé nada de él. Nunca vi su rostro, ni oí su voz. No podría asegurar que es un hombre, ni siquiera que exista, en la forma en que convencionalmente existen las personas. Y sin embargo, haberlo perdido, el solo pensamiento de que así sea, convierte mi existencia convencionalmente irrefutable en algo inerte y sin objeto. En estos cinco meses, descubro ahora, me había habituado a ser para él. El...