San Ignacio de Loyola, conocido como el fundador de la Compañía de Jesús (jesuitas), nació el 23 de diciembre de 1491 en la localidad de Azpeitia, en el País Vasco, España. Su nombre de nacimiento fue Íñigo López de Loyola. Proveniente de una familia noble, desde joven fue educado en la corte del rey Fernando II de Aragón. Su vida cambió drásticamente tras recibir una grave herida en 1521 durante una batalla en Pamplona, lo que le llevó a una larga convalecencia en la que comenzó a reflexionar sobre su vida.
Durante su recuperación, Ignacio leyó libros sobre la vida de Cristo y la vida de santos, lo que despertó en él un profundo deseo de servir a Dios. Este cambio de corazón lo llevó a renunciar a su vida anterior y a buscar una vida de austeridad y dedicación espiritual. En 1522, Ignacio hizo un viaje a Jerusalén, donde se comprometió a vivir en el lugar donde Cristo había caminado. A lo largo de esta travesía, comenzó a atraer a otros hacia su visión espiritual.
Tras su regreso a España, Ignacio decidió formalizar su camino espiritual y se trasladó a París para estudiar. En la Universidad de París, conoció a varios compañeros con quienes compartiría su misión, entre ellos a Francisco de Javier y Pedro Fabro. En 1534, junto a sus compañeros, Ignacio fundó la Compañía de Jesús, que se dedicó a la educación, la misión y la reforma de la Iglesia. La Compañía fue aprobada oficialmente por el Papa Paulo III en 1540.
Los jesuitas se destacaron por su trabajo en la educación y por su compromiso en la evangelización en diversos rincones del mundo. Ignacio también es conocido por su obra escrita, especialmente por los Ejercicios Espirituales, un conjunto de meditaciones y oraciones diseñadas para ayudar a las personas a acercarse a Dios y a descubrir su propósito en la vida espiritual. Este libro se convirtió en uno de los textos más influyentes en la formación espiritual de millones de personas a lo largo de los siglos.
La vida de San Ignacio de Loyola estuvo marcada por su deseo de servir a Dios y a la Iglesia. Su enfoque en la educación, la fe y la espiritualidad ha dejado un legado que perdura hasta hoy. Ignacio fue canonizado por el Papa Gregorio XIII el 12 de marzo de 1622, y su festividad se celebra el 31 de julio.
San Ignacio falleció el 31 de julio de 1556 en Roma, donde se encontraba la sede de la Compañía de Jesús. Su legado sigue vivo a través de la labor de los jesuitas en la educación y la misión en todo el mundo. Su vida y enseñanzas continúan siendo una fuente de inspiración para muchos que buscan profundizar su relación con Dios y su compromiso con la justicia social.