Nicolás Fernández de Moratín, nacido en 1760 en Madrid, España, fue un destacado dramaturgo, poeta y ensayista del siglo XVIII y principios del XIX, conocido por su influencia en el teatro español y por su papel como precursor del neoclasicismo en la literatura española. Su vida y obra son un reflejo del contexto social y político de su época, marcado por el Iluminismo y la búsqueda de la razón y la claridad en las expresiones artísticas.
Moratín proviene de una familia de origen noble. Su padre, José Fernández de Moratín, era un hombre de letras que influyó en su formación intelectual. Desde joven, Nicolás mostró un interés notable por la literatura y las artes. A lo largo de su vida, Moratín se dedicó no solo a escribir, sino también a estudiar las obras de los grandes dramaturgos europeos de su tiempo, lo que le permitió desarrollar un estilo propio caracterizado por la claridad y la elegancia.
La primera obra significativa de Moratín, “El viejo y la niña”, se estrenó en 1790 y presentó una crítica sutil a la sociedad de su época, especialmente en lo que respecta a las relaciones entre generaciones y a las normas establecidas. Este enfoque crítico fue un sello distintivo en su carrera y le permitió abordar temas controvertidos con una perspectiva innovadora.
Uno de los momentos más significativos en la carrera de Moratín fue la publicación de su obra “Las reglas de la poesía castellana”, un ensayo en el que planteó las bases para la creación poética en el contexto español, sugiriendo que la poesía debía regirse por reglas claras y que el arte debía estar al servicio de la razón. Este enfoque racionalista lo colocó en la vanguardia del pensamiento literario de su tiempo.
Moratín también fue un fervoroso defensor del teatro como medio para provocar el pensamiento y la reflexión en la sociedad. Su obra “La comedia nueva”, estrenada en 1800, es un claro ejemplo de su compromiso con la renovación teatral. En esta pieza, Moratín se distancia de las comedias tradicionales y propone un nuevo modelo en el que la trama se centra en la crítica social y la exploración de las relaciones humanas.
A pesar de sus logros, la vida de Moratín no estuvo exenta de dificultades. Durante la invasión napoleónica, se vio obligado a abandonar España y se trasladó a Francia, donde continuó escribiendo y mantuvo contacto con otros intelectuales de su época. Su experiencia en el extranjero enriqueció su visión del mundo y su obra, que comenzó a reflejar una mayor influencia de las corrientes literarias europeas.
Durante su estancia en Francia, Moratín también se enfrentó a la incertidumbre política y social, que afectó profundamente su obra. Regresó a España en 1814, un momento crítico para el país tras la guerra de independencia. A pesar de la inestabilidad del contexto español, Moratín se mantuvo activo en el ámbito literario y cultural y continuó produciendo obras que cuestionaban y reflexionaban sobre la realidad social y política de su tiempo.
A lo largo de su carrera, Moratín escribió numerosas obras, otras destacadas son “El sí de las niñas” y “El amor de las tres melancólicas”, que se caracterizan por su aguda crítica a las costumbres de su época y su deseo de promover un cambio social mediante la educación y la reflexión crítica. Sus personajes son complejos, lo que permite una identificación con el público y una reflexión sobre los problemas existentes en la sociedad.
Nicolás Fernández de Moratín dejó un legado literario significativo que influyó en generaciones posteriores de escritores y dramaturgos. Su enfoque en la razón, la ética y la claridad en la expresión artística ayudó a sentar las bases para el desarrollo del teatro moderno en España. A medida que el romanticismo emergía y transformaba el panorama literario, Moratín continuó siendo una figura de referencia para aquellos que buscaban inspiración en la tradición clásica, pero también en la innovación.
Falleció en 1828 en París, dejando tras de sí un profundo impacto en la literatura española. Su obra sigue siendo estudiada y apreciada, no solo por su valor estético, sino también por su crítica social y su reflexión sobre la condición humana.