Pablo Isla

Doña Juana Vega (1805-1872), esposa del general navarro y héroe de la guerra de la Independencia Francisco Javier Espoz y Mina, desempeñó los cargos de aya y camarera de Isabel II en uno de los períodos más convulsos de su minoridad; la regencia del General Espartero entre 1841 y 1843. La obra que se presenta al lector con el título original de Apuntes para la historia del tiempo en que ocupó los destinos de aya de S. M. y alteza y camarera de Palacio, fue redactada por la condesa en 1844, una vez proclamada la mayoría de edad de la reina, y es un facsímil de la edición del...

No es una novela, un cuento inventado. Se trata sencillamente del relato de gran parte de mi vida, en la que a lo largo de ms de medio siglo ha estado siempre presente, de una u otra forma, la sombra de nuestra querida Armada. Puede que haya algunos fallos de memoria, algunas transposiciones, algn pequeo error en las fechas, pero es lo que recuerdo que sucedi, o al menos parte de lo que sucedi. Dos guerras: la civil y la IIa Mundial, vividas "desde dentro," ms de cincuenta ataques a'reos en Berl-n, una juventud en Italia y Alemania.....Luego, las dif-ciles circunstancias que tuvimos que...

Cuando Amós Acero Pérez, maestro y primer alcalde democrático de Vallecas, frente al pelotón de fusilamiento franquista, se negó a que le colocasen la venda sobre los ojos, supo mirar de frente a los desconocidos ejecutores de una venganza, con la misma solidez y claridad de espíritu con que había mirado siempre a la vida durante cuarenta y siete años. La talla de Amós Acero Pérez queda plasmada en los primeros párrafos de la carta que escribió a su familia pocas horas antes de su muerte.

Recibimos la sorprendente y tan anhelada noticia de estar esperando un bebé, aún cuando le habían dicho a mi esposa que solo sería posible por medio de tratamientos médicos. Pero ante el milagro de estar embarazados, sin ningún procedimiento, nos entregaron varios diagnósticos y surgieron muchas complicaciones que nos daban la licencia legal para abortar. En nuestras manos estaba la opción de continuar con el sueño de tener un bebé -a pesar de la difícil vida que podría tener- o apagarlo . Ante sólo dos caminos, vivimos un tercero que cambió y marcó la diferencia.